27.2.07

SENSACIONES

La música deprimente activa algo en mi, que no puedo describir la sensación de estar despierto en un mundo aletargado. Es que esto de estar tan desocupado en la vida me lleva a estar todo el día escuchándola o por lo menos pensando en ella.
Rasco mi cabeza y la bajo cuando ese pulso disminuye, así, cada vez más lento… me muero con esos compases… despierto cuando mis lágrimas tiene un charco en mis ojos y comienza otra voz con la misma intención… repito el ejercicio varias veces
Me eleva su agresividad también… esos desgarrados gritos que demandan amor, acompañados de esos acoples que terminan por darle el clímax para luego nuevamente caer a una calma que aturde a cualquiera… me siento feliz por un segundo, pero siempre vuelve esa sensación de profunda soledad….
Quiero gritar, pero mi voz se calla, no se que decir, no se qué pensar. Solo se me aproximan una serie de sensaciones distintas que me confunden y no me dejan ser yo…. Y repito el ejercicio, así, cada vez más lento.

23.2.07

UNA NOCHE

Un poco agresivo tal vez, ¿melancólico? Maldito diría yo. Es que cuando un hombre se siente solo, las más terribles aberraciones suceden en su cabeza. Solo aquel pequeño revolver haría volar aún más sus sesos. Eran tantas ideas dando vueltas, que al fin y al cabo no sabía qué pensar.

Las luces se apagan, pero sigue vivo. Un contagioso aroma a muerte circunda el lugar. Una calma furiosa lo acecha. Él sabe que lo que tiene que hacer y siente como el tibio sudor recorre su sien. Está satisfecho porque su misión fue un éxito, aunque ignora el verdadero propósito de ella. Mejor dicho, no tiene idea cuál era su misión. Pero se siente tranquilo, feliz.

De pronto una luz irrumpe su pensamiento y se sorprende al ver su cuerpo tendido en la habitación. Repentinamente se da cuenta que ese tibio sudor era su sangre y que las luces en realidad no se apagaron, sino que eran los últimos impulsos eléctricos de su visión que se perdía en el oscuro pozo de la muerte.