UNA NOCHE
Un poco agresivo tal vez, ¿melancólico? Maldito diría yo. Es que cuando un hombre se siente solo, las más terribles aberraciones suceden en su cabeza. Solo aquel pequeño revolver haría volar aún más sus sesos. Eran tantas ideas dando vueltas, que al fin y al cabo no sabía qué pensar.
Las luces se apagan, pero sigue vivo. Un contagioso aroma a muerte circunda el lugar. Una calma furiosa lo acecha. Él sabe que lo que tiene que hacer y siente como el tibio sudor recorre su sien. Está satisfecho porque su misión fue un éxito, aunque ignora el verdadero propósito de ella. Mejor dicho, no tiene idea cuál era su misión. Pero se siente tranquilo, feliz.
De pronto una luz irrumpe su pensamiento y se sorprende al ver su cuerpo tendido en la habitación. Repentinamente se da cuenta que ese tibio sudor era su sangre y que las luces en realidad no se apagaron, sino que eran los últimos impulsos eléctricos de su visión que se perdía en el oscuro pozo de la muerte.
Las luces se apagan, pero sigue vivo. Un contagioso aroma a muerte circunda el lugar. Una calma furiosa lo acecha. Él sabe que lo que tiene que hacer y siente como el tibio sudor recorre su sien. Está satisfecho porque su misión fue un éxito, aunque ignora el verdadero propósito de ella. Mejor dicho, no tiene idea cuál era su misión. Pero se siente tranquilo, feliz.
De pronto una luz irrumpe su pensamiento y se sorprende al ver su cuerpo tendido en la habitación. Repentinamente se da cuenta que ese tibio sudor era su sangre y que las luces en realidad no se apagaron, sino que eran los últimos impulsos eléctricos de su visión que se perdía en el oscuro pozo de la muerte.
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